Nutrición Afectiva a Bebes.

Comparto fragmentos de la Nota completa: https://www.elpais.com.uy/informacion/cupos-llenos-para-dar-un-abrazo-solidario

La Fundación Canguro tiene 1.400 voluntarios en lista de espera, ansiosos por poder sumarse a la causa

El proyecto fue creado el 19 de julio de 2016 por la abogada Pamela Moreira y la psicóloga Soledad Vieytes, vicepresidente de la fundación, y no ha parado: los 155 canguros se organizan en turnos para que haya al menos dos en sala durante las 24 horas. “Todos creían que el primer problema sería la falta de voluntarios y acá sucede al revés”, asegura Vieytes. Se comunican a diario una cantidad de personas que quieren sumarse y debieron cerrar las postulaciones porque recibieron más de 1.400 formularios vía web, y ya no hay vacantes. Serán llamados cuando se procesen los datos para tener la primera entrevista, y posterior capacitación teórica y práctica con un canguro experiente.

“Juega mucho la expectativa, pero después de que transitan ese periplo pueden decidir si se sienten capaces o no porque es un rol que moviliza mucho”, agrega Vieytes.

El proceso de selección se ha profesionalizado y es cada vez más exigente. Han descartado voluntarios porque no encajan con el perfil. Buscan gente comprometida y responsable, capaz de adaptarse y respetar las reglas del hospital. Deben estar preparados para soportar situaciones de estrés, riesgo y tolerar la separación, ya que cuando el juez dicta la resolución los bebés abandonan la sala.

“Trabajamos el aquí y ahora. Hoy hay un bebé en la sala y mañana quizá no está”, explica Vieytes. El voluntario da la bienvenida al recién nacido, se presenta y se despide porque no sabe si lo volverá a ver.

Testimonios.

Agnès Bonavita llegó a la fundación con gran expectativa pero muy asustada porque era ingresar a un medio hospitalario, manipular bebés de un contexto vulnerable, y en su mayoría prematuros. No sabía si sería capaz de lograrlo, pero recibió una señal: el primer bebé con el que tuvo contacto se llama igual que uno de sus hijos. El proyecto la atrapó y dice que ser canguro es un estado del alma. Va todos los lunes de 22:00 a 2:00 y es referente de ese día: coordina horarios, soluciona situaciones e inconvenientes que surgen en sala. “La noche es ideal para ‘cangurear’. Esos niños necesitan ese piel con piel y sentir el corazoncito que late al lado del tuyo”, dice.
Javier llega cargado de mimos para volcar cada domingo de 11:00 a 14:00 y sale “con una flojera increíble, como si hubiera trabajado nueve horas”. No olvida su primera intervención con aquella nena “inquieta e indomable” pero cada ida tiene algo único y especial. “Le hice upa, nos miramos, le toqué el piecito para ver cómo reaccionaba, no la quería invadir, pero a la vez buscaba conexión. Fue espectacular”, recuerda. Agnès y Javier coinciden en que reciben mucho más de lo que dan. “Lo percibís en el acurrucarse, cómo te miran y se prenden de tu túnica como diciendo, ‘te necesito, no te vayas’”, cuenta él.

No usan la palabra abandono al referirse a la situación de los 62 recién nacidos que llevan atendidos de enero a setiembre de 2017. Son bebés privados de cuidado familiar. La salud integral supone cubrir necesidades físicas y emocionales. De las primeras ya se encargaba el personal del hospital, pero los canguros son expertos en la contención afectiva: abrazar, mimar, cantar, hacer upa. “Todo mamífero necesita contacto físico apenas nace. Y si eso no sucede se pueden dar patologías, síndromes físicos y emocionales”, apunta la sicóloga Vieytes. La fundación tomó un indicador cuantitivo para mostrar el impacto: los bebés que formaron parte de este programa aumentaron de peso un 40%. “Cuando reciben afecto absorben y digieren mejor el alimento”, sostiene.

La sala tiene quince camas y nueve de ellas hoy están ocupadas por los bebés que integran este proyecto. Los canguros conviven con varios familiares de esos recién nacidos que los visitan. Agnès dice que le preocupan más las madres que los niños “porque están a la intemperie”.

Los bebés transmiten paz y llenan el alma de voluntarios

Los Canguros no están solos a la sala de Cuidados Moderados del Pereira Rossell. Toman como referente a la nurse y el personal de enfermería, y no hacen nada sin su autorización. Todo queda afuera a la hora de ingresar a la sala: cartera, celular, alhajas. “Te despegás del mundo y estás solo para una o más personitas durante esas horas que se te pasan volando”, apunta Agnès Bonavita. Cada ingreso supone un ritual que respetan. Piden permiso para trabajar con ese niño, lo saludan, le cambian los pañales, le higienizan el cordón, le toman la temperatura, lo acurrucan y lo llenan de mimos. Antes de irse saludan y se despiden como si fuera la última vez que los ven porque no saben si cuando retornen la semana próxima estarán ahí. “Pensamos que se van para seguir creciendo. No es nuestro rol cuestionar nada, sino desearles de todo corazón que les vaya bien en la vida”, agrega. Javier Odella reconoce que es difícil no encariñarse pero saber que esa situación se resolvió es motivo de alegría para él. “Si no lo vuelvo a ver estoy convencido de que es por algo mejor, así que misión cumplida. Agradezco que ese bebé me haya permitido intervenir y darle durante ese rato algo de mi vida. Ojalá dé frutos y sirva para su desarrollo”.

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